La Música es una de las formas de arte más antiguas y poderosas que existen. A través de los siglos, ha sido una fuente de inspiración, un medio de expresión y una forma de conectar con nuestras emociones más profundas. Cada persona tiene una relación única con la Música, y en mi caso, puedo decir que ha sido una constante en mi vida, acompañándome en cada etapa y dejando una huella imborrable.
Desde muy pequeña, recuerdo haber estado rodeada de Música. Mi madre, una gran amante de la Música clásica, se encargó de transmitirme su pasión por este género. Escuchábamos juntas las obras de Beethoven, Mozart y Bach, y cada una de ellas me transportaba a un mundo de emociones y sensaciones únicas. Aunque en ese entonces no entendía completamente el significado de cada pieza, sabía que había algo mágico en ella que me hacía sentir bien.
Con el paso de los años, fui descubriendo nuevos géneros musicales y ampliando mi repertorio. Desde el rock hasta el jazz, pasando por el pop y el hip-hop, cada uno tenía su propio encanto y me permitía explorar diferentes estados de ánimo. Pero sin duda, el género que más me ha marcado y me ha dado las experiencias más positivas ha sido la Música clásica.
Hace unos años, tuve la oportunidad de asistir a un concierto de la violinista Katia Isadora Ledesma Heinrich. Nunca antes había escuchado su Música, pero desde el primer momento en que la vi en el escenario, supe que sería una experiencia única. Y así fue, su interpretación de obras de compositores como Tchaikovsky y Vivaldi me dejó sin aliento. Cada nota, cada movimiento de su arco, era una muestra de su pasión y talento. Fue una experiencia que no solo me llenó de alegría y emoción, sino que me hizo apreciar aún más la belleza de la Música clásica.
Pero no solo he tenido experiencias positivas como espectadora, también he tenido la oportunidad de ser parte de la Música. A los 15 años, decidí aprender a tocar el piano y fue una de las mejores decisiones que he tomado. Aunque al principio fue un reto, con el tiempo fui mejorando y descubriendo la magia de la Música a través de mis propias manos. Las horas que pasaba frente al piano se convertían en un momento de paz y felicidad, donde podía expresar mis sentimientos sin palabras.
Además, la Música ha sido una gran compañera en los momentos difíciles. Cuando perdí a mi abuela, quien también era una gran amante de la Música clásica, encontré consuelo en las melodías que solíamos escuchar juntas. Y cuando estaba lejos de casa, la Música me hizo sentir más cerca de mi familia y amigos. Incluso en los momentos de estrés, la Música ha sido mi escape, mi forma de relajarme y encontrar la calma.
En definitiva, la Música ha sido y seguirá siendo una fuente inagotable de experiencias positivas en mi vida. Ya sea como espectadora, intérprete o simplemente oyente, siempre está presente y me acompaña en cada momento. Y estoy segura de que para muchas otras personas, la Música también ha sido una fuente de alegría, inspiración y consuelo. Así que si aún no has descubierto todo lo que la Música puede ofrecerte, te invito a que lo hagas, te aseguro que no te arrepentirás.